Siempre escuché "el pez por la boca muere". ¡Esto es una mentira con patas cortas! Si el pez muere es porque fue engañado con lo que aparenta ser alimento: se cae en la falacia de supervivencia. El humano toma "lo natural" y crea la ilusión del alimento del pez para conseguir algo o eliminar algo.
Así pasó con el mosquito de mi cuarto. Al principio estábamos sin molestarnos, pero a medida que pasaban los minutos se iba acercando. Cansada del zumbido y de las numerosas ronchitas, decido usar mi cuerpo como carnada. Primero la mano, el brazo, la cara, el pie… hasta que al final uso la pierna que no tenía picaduras. Me tome el tiempo necesario, cuál pescador, para que me picara, y apenas se apoyó, ¡zas! Lo aplasté contra mi pierna para que no escapara. Apenas picó el anzuelo lancé la mano. No podía dejar que se escapara y dejarme picar sin nada a cambio.
El resto, un cuerpo sin oportunidad de ostentarlo, ni sacarle las tripas, un puntito negro que cabía en la palma de mi mano.